“Todo dirección e interpretación, no hay manera de engañar al espectador con nada más. Y el resultado es notable.” (P.J.L. Domínguez en la Guía del Ocio.) Protagonizada por Antonia San Juan, Rocío Calvo y Marta Ochandó, la comedia más brillante de David Mamet.
SINOPSIS
Una divertida comedia de enredos entre dos mujeres que se aman, se detestan y se necesitan.
Boston Marriage, Matrimonio de Boston, es el título que resulta del eufemismo con el que se designaba, en el Boston de finales del siglo XIX, a una pareja de mujeres lesbianas.
Al parecer, y según se reitera en diversas entrevistas, otros escritos y varias referencias,el autor de Matrimonio de Boston, David Mamet, se divirtió mucho escribiendo esta obra a lo largo de un verano. Diversión constatada que fue cautivándome, al tiempo que leía la obra por primera vez, como después sucediera con todos nosotros durante los ensayos. Placer que también se contagia al espectador en cuantas producciones se llevaron a cabo; como confiamos sucederá con ésta.
La función es ágil, dinámica, brillante y muy divertida. Transcurre durante tres escenas que narran el rencuentro entre Anna, una dama de clase alta con una lengua insolente y cruel (de más hondo calado que su pretendida situación económica) y su joven amante, Claire, que regresa de un viaje.
Anna tiene una buena noticia que darle a Claire: ahora tiene un «protector» que le ha
regalado una gran joya: un maravilloso collar de esmeraldas. Podrían vivir las dos juntas
de su dinero… Sin embargo, Claire tiene una mala noticia que darle a Anna: se ha enamorado de una joven a la que desea seducir esa misma tarde… ¡en la casa de Anna!
La relación termina siendo aceptada, no sin pocos aspavientos y exageradas posturas dialécticas, con la condición interesada de que Anna pueda observar la escena que se promete de un erotismo atrayente.
La tercera mujer es Catherine, una graciosa criada del «alto agro rural», venida a la ciudad para servir en la casa de Anna y que tras inextricables e hilarantes situaciones
demuestra un conocimiento de la vida que no aparentaba.
Matrimonio de Boston se convierte entonces en un desbordado pugilato entre dos mujeres… animales tan heridos en su honra como desesperados por sus perjuicios, la crueldad disimulada, la desmedida futilidad y una retahíla de actuaciones salpicadas de deseos sexuales. Todo ello maquillado con la exquisita conversación de quienes quieren comunicar más allá de lo que el lenguaje les limita; un lenguaje igualmente utilizado como escudo protector que como espada hiriente. Añagaza, engañosa artimaña, del lenguaje que igualmente defiende que ataca, resulta un recurrente narrativo en la obra de David Mamet: rastros falsos que confunden las expectativas de un público fielmente sometido a la intriga, otrora en una dirección y ahora en otra, inesperada, mediante incesantes rotaciones de la trama y un goteo que nos descubre el rol diverso y variado de unos personajes con los que difícilmente no encontraremos conexiones con nuestro propio acontecer vital.
DEL DIRECTOR:
A veces el uso preciso de las palabras desencadena polémicas sociales difíciles de desentrañar. ¿A qué le llamamos matrimonio? Hoy la polémica se encuentra alrededor de la apropiación que del axioma «matrimonio» hace suyo un sector de la población, bajo condiciones que limitan se extienda el uso de esta definición a otras formas de maridaje en las relaciones humanas que de hecho se dan en la actualidad. Entonces, cuando se escribió esta obra sobre bostonianas, matrimonio parecía la acepción más correcta para titular la unión entre dos mujeres, que se sabían lesbianas bajo la denominación de origen en Boston.
El lenguaje es, al fin, pensamiento; pues pensamos en la lengua que conocemos. En Matrimonio de Boston, con un alto nivel de lenguaje para expresar lo cotidiano, el lenguaje se usa al antojo y conveniencia de lo que realmente deseamos resulte nuestro pensamiento en una forma de convencernos, a nosotros mismos, por medio de la elevada transcendencia que concedemos al mismo y su interpretación más interesada. Y este pensamiento se sitúa en una actitud filosófica que lo rige como actitud vital que alcanza el convencimiento, lo argumenta mediante un lenguaje que desentraña igualmente una solución a un problema, como que resulta el desencadenante mismo de ese problema, o es en sí mismo, nuestro pensamiento es el único problema. El lenguaje nos escuda elaborando pensamiento que nos hace sentir más cómodos. Buscamos la opción más fácil, el atajo del camino más corto. Juegos de lenguaje esgrimidos como arma dialéctica frente a los demás y hacia nosotros mismos, que, como en aquellos fragmentos de magnetita que en su día formaron una unidad, ahora, una vez rotos, se atraen o repelen indistintamente; como sucede en los personajes que aquí se atraen, se necesitan y complementan, se embelesan y enamoran., con la misma intensidad con que se oponen, se enfrentan, se rechazan y separan.
Compensamos lo que damos con lo que recibimos, siempre movidos por un interés. El matrimonio es un contrato: un pacto una, comunión, convivencia, compañía. Nos dicen. Y prometemos amores eternos conscientes de que sólo deberíamos prometer compañía; pero el juego así lo dispone y a él nos entregamos.
Al tiempo que somos crueles y huraños somos tiernos y cariñosos., somos todo lo que el lenguaje soporta que seamos y, valiéndose de él, puede describirse. Las palabras encierran en sí significados distintos aunque referidos al mismo objeto, como quien mira algo desde un lugar distinto y, aún siendo lo mismo que vemos, pareciera cuando menos distinto, sino nuevo: así, quizás vergüenza nos permite ser desvergonzados, como pedir perdón nos permite errar. Una filosofía del lenguaje que igualmente te permite interpretar de una forma o de la contraria.
El paso del tiempo, la edad, es un pilar de la relación entre las mujeres de esta obra, conocedoras de que su deseo de gustar tiene una fecha de caducidad como la tienen los yogures en su tapa. Su relación con el Hombre es interesada: amor de cara a la galería, pero un desamor cierto; un mero aporte económico que posibilita la comodidad que desean para su verdadera relación amorosa, la que se da entre ellas. Un ficticio amor que oculta, ante la mirada de millones de incrédulos, la pasión y el deseo del verdadero amor de un matrimonio, en cierto modo, tan conocido como prohibido.
Quino Falero
(Estreno absoluto: 15 diciembre de 2008 en el Teatro Arlequín de Madrid.)
EQUIPO
Autor: David Mamet.
Reparto: Antonia San Juan, Rocío Calvo y Marta Ochando.
Director: Quino Falero.
Escenografía: Javier Tapia
Vestuario: Santiago Bandrés.
Iluminación: Luis Del Valle
Ayudante de dirección: Rubén Tejerina.
Fotografía y diseño Gráfico: Juan Carlos Espejo.
Producción ejecutiva: Luis Miguel Seguí.
Producción: Trece Producciones / Vanesa Tejero, Raquel Ortiz, Marc Royo
PRENSA
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P.J.L. Domínguez en laGuía del Ocio.
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Público.es
«Después de espectáculos muy personales y "unipersonales", Antonia San Juan vuelve a las tablas del Teatro Arlequín con "Matrimonio de Boston", de David Mamet, a las órdenes de Quino Falero y compartiendo escenario con otras dos actrices, Rocío Calvo y Marta Ochando.» Leer más...
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´Matrimonio de Boston´ de Mamet vuelve a la cartelera con Antonia San Juan. laopiniondemurcia.es
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´Matrimonio de Boston´ retrata las luchas de poder y el feminismo del XIX. LaProvincia.es